04 mayo, 2009

La vieja

La vieja había sido siempre muy sensible, y si algo podía vulnerar a Ella, era su vieja.
Había entrado en la edad en que uno disimula lo que siente frente a sus padres, todo con tal de no preocuparlos. Como si los viejos pudieran no preocuparse.

-Es la ley de la vida: ellos nos cuidan y luego nos dan lata- decía.

En realidad quería mucho a la vieja y aunque no le gustaba aceptarlo, casi siempre terminaba dándole la razón.

Le gustaba que la vieja viniera a verla porque platicaban mucho, aunque a veces detenía lo interesante de las conversaciones para evitar que su madre se deprimiera. Era fácil alegrarla, sólo había que decir –cuéntame lo de ayer- y eso daba pie a que hablara varias horas y sacara con palabras lo que le había hecho daño.

Disfrutaba a su mamá, las dos se consentían con un compartido sentido del deber. Era el único deber que no pesaba. Tal vez así se perdonaban ser tan profesionales en sus asuntos y dejarse plantadas en los cumpleaños.

Declaración

No era la primera vez que se daba esa discusión.
Y cansada como estaba de escucharlo, respondió en tono burlón:

-Perdóneme señor que no me conecto con Usted,
que soy un ser independiente con sus propios ánimos y sus propios vuelos…
Soy materia del viento y dejo que me lleve.
Me siento libre.

Él, pensó:
-Libre hace la voluntad.
El viento sólo te lleva, y cuál hoja inanimada
vas.


Pero no importó, porque Ella ya había hecho su manifiesto.

03 mayo, 2009

Fulanita

Este es el diario de Fulana. Porque Fulana tiene un diario. -Los diarios sirven para decirse cosas importantes, olvidarlas y volver a ellos cuando se necesita.-
El cuaderno se lo regalò Mengana. -¿La mengana tiene un diario?- La conoce tan poco que se lo pregunta...
La fulana puede dudar pero rara vez se equivoca, eso la vuelve un poco presumida pues llega a creer que su intuiciòn es infalible.
Fulana escribe porque no tiene privacidad, de modo que no puede gritar a los cuatro vientos lo que le gustarìa decir. Es bastante celosa de su persona y de su espacio, y a veces hasta de lo que no es suyo...
Mengana dice que no tiene què hacer, y si tiene lo evade puesto que no le interesa. "No quiero" "Yo lo hago" y "Ya lo sè" son sus frases favoritas.
En realidad si la Fulana se entretiene en estas cosas es porque no tiene muchos amigos y acà entre nos, lo que le gusta es inventar historias para decirse quièn es, pues se pinta como otra.
Casi nadie la entiende, apenas uno, dos o tres.
Una vez se enamorò del Uno. -¡Hìjole, el Uno..!- Fue hace mucho ya, pero todavìa siente una especie de cruda.
-Quièn fue el Uno?- se pregunta. A veces ni lo sabe. -Lo que pasa es que el Uno cambiò-quiere creer. -Es lo malo de andar cuando uno no està suficientemente maduro, no màs les salen pelos y ya se creen peludos.-
A la Fulana le parece que el Uno quiso cambiar de àrbol, que negò su especie anterior. Y puede que sì, si hasta a ella le pasò...
La Fulana habìa cambiado tanto tanto y sin darse cuenta, que se habìa convertido en una mujer a medias tintas y a medias medias.
-¿Yo dije eso?- pregunta cuando alguien le recuerda lo anterior.
No es que no lo sepa, es que prefiere no saber. Lo malo es que -No saber es no soltar, pero entonces el salto te asalta por sorpresa y ¡Zàs!-
Dice zàs porque a veces la Fulana se pone vulnerable, quien sabe por què razones y cuando le pasa se pone a jugar con los sonidos de las palabras y curiosea frente al espejo de sus temores.