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24 enero, 2011

Reflexiones a partir de dos, o una.

Fantasía número I

La despertaron los ruidos en el otro cuarto. Las respiraciones entrecortadas acompañadas de vueltas en la cama. Ella acababa de despertar de un sueño extraño: un ladrón que abría puertas, o algo así…Harta de no poder dormir a causa de la sonora ansiedad del otro, decidió levantarse y hacerse un thé.
Tomaba el periódico cuando el inquilino salió hacia el baño, despeinado y con el ceño fruncido.
Pasaba las hojas tratando de interesarse por alguna nota cuando el water aulló por tragar litros y litros de agua. El vecino arrastró sus rojas pantuflas para estacionarlas junto al sillón.

-¿Quieres un thé?-Preguntó ella

Por toda respuesta obtuvo una sonrisa.

Alina se levantó, le sirvió en la taza (negra) de Dalí y volvió al periódico.

Por varios minutos -tanto como dura una taza de thé- permanecieron en silencio, dejando que la noche rumiara su propio lenguaje de gatos y coladeras.

Alina volvió a la estufa para rescatar los hilitos sobrantes del thé, que habían sido abandonados en el fondo del pocillo. Parada en la puerta de la cocina dio rápida e indolora muerte a los residuos.

Javier preguntó:

-Quieres más?- mirándola desde el sillón grande con ese gesto asesino de sus ojos.

Ella fascinada por el brillo espeluznante de aquellos ojos negros, se acercó para mirarlo de cuclillas.

Él se allegó la taza de Dalí -que miraba con los mismos ojos negros- y dio un trago al thé para transportarlo a la boca de Alina. Así empezó un juego de besos y sin sabores que habría que entender más tarde.

II
Lo sabían de antemano. Por lo menos ella. Mirarse con ojos de camaleón asoleado los conduciría inevitablemente a sacar la lengua y prensar los labios. Los labios que se movían solos, entendiéndose, buscando quién sabe qué diálogo oscuro con el otro.

III
La oscuridad era excitante. Era un riesgo y un silencio. El anonimato. La atmósfera sensual dispuesta. Efectos táctil- sonoro-estimulantes…

En la penumbra lo único que se puede hacer es buscar la luz…Si uno camina a tientas lo que espera siempre es descubrir algo…
Tal vez por eso las pupilas se dilataban delante de ojos tan negros, por eso tal vez una personalidad tan oscura, tan difícil de ver, una mente a la cual es difícil acceder resulte tan excitante.


IV
No temía a la oscuridad porque ya la conocía. Temía descubrir que no podía vivir en la oscuridad. Que nadie podía. Menos aún cuando la gente productiva y derechohabiente duerme de noche y trabaja de día.

Esa misma gente cierra las puertas de su casa para que no entren los ladrones. Cierra también las ventanas para que no venga el ruido a distraerles las conciencias. Y ante el frío: café, calcetines o un compañero de cama…

Los susodichos ven la tele y de ese modo desactivan los inquietantes efectos de su curiosidad.
No leen libros, y si los leen seleccionan: “El buen uso del dinero” en lugar de “El ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha” ya que el primero proporciona títulos nobiliarios, y no fantasías fallidas de locos elocuentes.

Los ciudadanos cumplidos se duermen temprano. No vaya a ser que en medio de la soledad silencia y nocturnina aparezcan fantasmas revestidos de hombre. Mejor no sentir hambre. Hacer la meme pronto. Derechito a la casa. No se puede, la esposa…

Pero ¿porqué alarmarse? Al fin y al cabo este sistema mercantil ofrece productos en paquete para entretener o tapar cualquier apetencia espiritual.


V
Sin embargo a ella le gustaba la noche con todo y gatos alborotados. Le gustaba oír el viento hablar porque anunciaba cosas. Señales…Creer en ellas era una manera poética de ser irresponsable.´
La mente nos juega tantas tretas. Somos capaces de pensar, repensar construyendo chorizos analíticos con tal de quedarnos tranquilos, justificados. Ciegos.

Y sin embargo, a pesar de su conciencia lógica, o justamente por causa suya, se obstinaba en creer lo inexplicable. Quería saberlo, aprehenderlo, con-probarlo...
Sonámbula, a la niña de casa la levantaban las dudas y la conducían a la ventana. Abriéndola un poquito se asomaba, cerraba los ojitos y con la lengua esperaba.

Alguien tenía que hacerla volver a la cama, pero entonces sus ojos miraban pasmados la oscuridad lejana, cristalinos miraban el reflejo de luna que inunda las casas.
Aguardaba paciente a que todos durmieran y entonces, suavecito se paraba para abrir las persianas y quitarle los cerrojos a las puertas. Entonces pasaba el aire a través de las rendijas como ladrón con llave, con permiso y bienvenida, mientras ella dormía sin frío con olor a lluvia en la nariz.

VI
No estaba siendo adulta. Lo sabía. Primitiva su conducta, como su curiosidad.
Pero en ese acto infantil se hallaba un pedido honesto de magia natural. Su rebeldía ante la vida era un acto de fe, venganza con intención de regresarle el golpe. Determinación.
El acto no dejaba de ser tierno. Manifestaba inocencia, esperanza y respeto a su propio deseo, sentimiento e intuición…

Pero era un suicidio porque no es posible desafiar las leyes de la gravedad y salir ileso.

10 enero, 2011

Fulana dixit.

Fulana no sabía hablar. Había aprendido a comunicarse a señas, miraditas y fruncidos de boca. Y es que no sabía cómo decir palabra. Le faltaban referentes. A veces intérpretes- traductores de sí misma. En su cabeza vivían una serie de monstruitos que sesionaban sobre lo apropiado de publicar o no ciertos pensamientos. El problema en las plenarias es que es difícil llegar a un consenso y comúnmente, se termina en una rebatinga sin pies ni cabeza, o más exactamente con pieces y chirimoyas tiradas por todos lados.
Fulana, a menudo no esperaba el veredicto de la censura y aturdida porque el tiempo corre, vomitaba su confuso soliloquio.
Casi siempre tenía que ponerse una careta para esquivar los golpes que le tiraban en defensa de sus palabras. Ella, alterada y miope por el golpe propinado se defendía de modo rupestre sin saber exactamente qué pasaba. Con frecuencia se levantaba adolorida y con el cerebro removido para comprobar que su contrincante se alejaba cuadras arriba, descubriendo atormentada que los golpazos se los había propinado ella misma.

Instantáneas negruras...

I

El frío es un abrazo de la muerte. Un hálito sonoro, un estremecimiento certero. No hay duda de que está aquí cuando lo está. A veces se le siente pasar, y se le teme. Entonces…se le teme.
Es como una sospecha ennegrecida, como un traste de comida vieja en el refrigerador: que nadie quiere abrir porque apesta.
Lo curioso es que incluso, en esa podredumbre existe vida.

II

Me hormiguean las piernas. No sé si es el miedo o los suspiros, que no son míos. Yo apenas puedo respirar, por ende no suspiro. Me encuentro en una especie de parálisis, tiesa y temerosa.
Todos saben que el frío entra por los pies, así que en lugar de quedarme sentada me levanto y comienzo a andar para ver si así el calor me vuelve a las piernas y el andar me regresa la vida.

III
El frío avanza a mis hombros, al cuello, la nariz. Me pregunto qué pasará si el frío me sigue enfriando…Si es posible que se me congele el hambre, que se me cuaje la hiel, que se condensen mis sueños, se me cristalice el llanto, se entumezca mi pensamiento, se vaporice mi sangre, se me evapore la ira, se coagule el corazón…

09 agosto, 2010

Este es el cuaderno de notas de la loca, de la dispersa. Mujer sabor a chocolate con dolor de cabeza. Mujer cara de caballo con dientes apretados, de hombros tensos si piensa.
Es un mapa de viaje, una bitácora de búsqueda, un retrato cubista con colores diversos.
Se habla de todo y de sí, con más tensión que esmero, casi sin pensarlo porque para decir la verdad no hay que pensarlo mucho.
No hay cronología, es un orden suelto. Se habla de amor como de fruta: como piña agridulce, nanche, guaya, mango o ají.
Amores dulces? He tenido pocos. Los menos y más cortos. Mentira! quién, además del novio de la primaria fue dulce? Si hasta él me dolió porque se me ocurrió ponerle el cuerno. Fiel siempre he sido...menos cuando el sexo era malo. El sexo es fundamental y los besos lo anuncian. A un buen beso, buen sexo. Pero el sexo no es amor ni el sexo lo sostiene. El sexo es bueno, entretenido, grato, divertido y hasta lindo, pero no basta. De sexo no vive el hombre (aunque es necesario para vivir.)
El amor? Cosa complicada. Extraña. Indescifrable. Inesperada.
bi-tri-prismacolor.
Amar. 1 de tantas. ¿Acabó o aún hay resaca? Siempre tal vez queda una poca

Una más de una de tantas

Pensaba demasiadas cosas de sí misma, entre ellas que deseaba enamorarse, que la amaran y que sufrieran por ella. Siempre había querido tener un amor pasional, aunque en el fondo sabía que le serviría para hacerse propaganda, divertirse con su morbo y tirarlo a la basura. El fanatismo le aburría.
Prefería llamarse flexible a medianera.
Su curiosidad era excesiva. Lo que sacaba la mayor parte de las veces era saber que no debía meter las narices...El caso es que en el fondo le interesaba poder mirar y decir sin fingimientos.. Que la quisieran como era. ¡Pos Total!
Sin embargo tenía miedo. Ya había amado, con todo lo que era...¡y le dolió! Las cosas no son eternas y dar todo lo que tienes, jugárla con todo (lo que eres) es un juego muy riesgoso. ¡No regresas vivo! -mutilado- Y luego ¿qué pasa? -¿vivo como desmembrada, recosida?-
La vida es la vida y se juega en serio. El Arte también. El pellejo. La papa. A la mitad:¡nada!
Sabía muy bien que si no tenía lo que quería era porque estaba jugándole al pendejo, entreteniéndose con medianeros poco trascendentales.
Por eso inventaba ficciones, cuentos eróticos, cartas-maldiciones. -La ficción permite evadirse, recrearse- decía.
Pero ya era hora de jugar en serio, de asumir, de decidirse, así que cerró el cuaderno y se tiró por la ventana.
Antes, por supuesto, rompió todas las cartas que le escribieron los amantes que no tuvo.

08 agosto, 2010

Una más de Fulana

Fulana es a todas luces un misterio.
Tiene algo así como una necesidad de desaparecer, de rebelarse para poseer su vida de nuevo.
Admira a la gente que es tan segura de sí misma, tanto que se atreve a clasificar la realidad sin la menor impudicia. -¡Eso es tener carácter!-dice. (Aunque tener carácter no sea lo mismo que tener razón.)
Ella no quiere tener razón. Le gusta ser un caballo desbocado al que la vida ponga en su lugar. Entonces es un caballo sensible pero feliz. Se alegra de aprender, de vivir. Para Fulana la vida es intensidad, riesgo, caídas que pueda contar...

19 julio, 2009

Más de Fulana

Analizaba su propia geografía, como quien detecta el tiempo o define la estrategia militar, como quien dibuja un mapa o esgrime el bisturí.

No había historia que no la involucrara pues escribir era contarse a sí misma las causas de los conflictos.

Se escuchaba como aquel que oye un cuento: sin deber ser, sin juicios ni mandatos…

¡Había tantas cosas que decirse! Y es que Fulana tenía mucho que aprender:

-¿Cómo ser una cabeza con mucho corazón?-
-¿Como saber qué es lo importante de la creación?- (la suya propia.)

No tenía idea de dónde comenzar, y a decir verdad, tampoco le gustaba tener ideas. Prefería pensarse como un monito que se mueve en un papel decorado por crayolas.

04 mayo, 2009

La vieja

La vieja había sido siempre muy sensible, y si algo podía vulnerar a Ella, era su vieja.
Había entrado en la edad en que uno disimula lo que siente frente a sus padres, todo con tal de no preocuparlos. Como si los viejos pudieran no preocuparse.

-Es la ley de la vida: ellos nos cuidan y luego nos dan lata- decía.

En realidad quería mucho a la vieja y aunque no le gustaba aceptarlo, casi siempre terminaba dándole la razón.

Le gustaba que la vieja viniera a verla porque platicaban mucho, aunque a veces detenía lo interesante de las conversaciones para evitar que su madre se deprimiera. Era fácil alegrarla, sólo había que decir –cuéntame lo de ayer- y eso daba pie a que hablara varias horas y sacara con palabras lo que le había hecho daño.

Disfrutaba a su mamá, las dos se consentían con un compartido sentido del deber. Era el único deber que no pesaba. Tal vez así se perdonaban ser tan profesionales en sus asuntos y dejarse plantadas en los cumpleaños.

Declaración

No era la primera vez que se daba esa discusión.
Y cansada como estaba de escucharlo, respondió en tono burlón:

-Perdóneme señor que no me conecto con Usted,
que soy un ser independiente con sus propios ánimos y sus propios vuelos…
Soy materia del viento y dejo que me lleve.
Me siento libre.

Él, pensó:
-Libre hace la voluntad.
El viento sólo te lleva, y cuál hoja inanimada
vas.


Pero no importó, porque Ella ya había hecho su manifiesto.

03 mayo, 2009

Fulanita

Este es el diario de Fulana. Porque Fulana tiene un diario. -Los diarios sirven para decirse cosas importantes, olvidarlas y volver a ellos cuando se necesita.-
El cuaderno se lo regalò Mengana. -¿La mengana tiene un diario?- La conoce tan poco que se lo pregunta...
La fulana puede dudar pero rara vez se equivoca, eso la vuelve un poco presumida pues llega a creer que su intuiciòn es infalible.
Fulana escribe porque no tiene privacidad, de modo que no puede gritar a los cuatro vientos lo que le gustarìa decir. Es bastante celosa de su persona y de su espacio, y a veces hasta de lo que no es suyo...
Mengana dice que no tiene què hacer, y si tiene lo evade puesto que no le interesa. "No quiero" "Yo lo hago" y "Ya lo sè" son sus frases favoritas.
En realidad si la Fulana se entretiene en estas cosas es porque no tiene muchos amigos y acà entre nos, lo que le gusta es inventar historias para decirse quièn es, pues se pinta como otra.
Casi nadie la entiende, apenas uno, dos o tres.
Una vez se enamorò del Uno. -¡Hìjole, el Uno..!- Fue hace mucho ya, pero todavìa siente una especie de cruda.
-Quièn fue el Uno?- se pregunta. A veces ni lo sabe. -Lo que pasa es que el Uno cambiò-quiere creer. -Es lo malo de andar cuando uno no està suficientemente maduro, no màs les salen pelos y ya se creen peludos.-
A la Fulana le parece que el Uno quiso cambiar de àrbol, que negò su especie anterior. Y puede que sì, si hasta a ella le pasò...
La Fulana habìa cambiado tanto tanto y sin darse cuenta, que se habìa convertido en una mujer a medias tintas y a medias medias.
-¿Yo dije eso?- pregunta cuando alguien le recuerda lo anterior.
No es que no lo sepa, es que prefiere no saber. Lo malo es que -No saber es no soltar, pero entonces el salto te asalta por sorpresa y ¡Zàs!-
Dice zàs porque a veces la Fulana se pone vulnerable, quien sabe por què razones y cuando le pasa se pone a jugar con los sonidos de las palabras y curiosea frente al espejo de sus temores.