19 julio, 2009

Más de Fulana

Analizaba su propia geografía, como quien detecta el tiempo o define la estrategia militar, como quien dibuja un mapa o esgrime el bisturí.

No había historia que no la involucrara pues escribir era contarse a sí misma las causas de los conflictos.

Se escuchaba como aquel que oye un cuento: sin deber ser, sin juicios ni mandatos…

¡Había tantas cosas que decirse! Y es que Fulana tenía mucho que aprender:

-¿Cómo ser una cabeza con mucho corazón?-
-¿Como saber qué es lo importante de la creación?- (la suya propia.)

No tenía idea de dónde comenzar, y a decir verdad, tampoco le gustaba tener ideas. Prefería pensarse como un monito que se mueve en un papel decorado por crayolas.

No hay comentarios.: