20 septiembre, 2009

Al que sabe que escribo por él (y a Dios: gracias)

Un barquito de papel
(recuerdo de otra mujer)
una pluma de viaje,
una ventana con horizonte
en el bolsillo,
un beso,
tres abrazos
y no falta un reloj de arena.

Pasaporte, para tierra de extraños,
la pomada para los golpes,
narcóticos para seguir,
sedantes...
Pastillas para no soñar,
una inyección de adrenalina,
mi recuerdo de vos...

Mis ansias, mis deseos.
Letras de mil palabras,
confesiones de viaje.
Temor imaginado,
evasión que entretiene...

Te amo.
Cada rato lo digo, lo pido,
lo reclamo.
Como si devolverte pudiera...

Pero el motor interno falla,
se descompone, duele
y se nos caen las piezas,
perdemos los sabores,
la fruta sabe amarga
y de los ojos, sangre.

La ausencia de ti duele.
Si la ausencia es despojo
¿porqué te pertenece?
¿Duele más tu ausencia
o tu muerte?
¿mi pérdida o tu ser?

Dime quién me responderá ahora
si las palabras ecuánimes
se hallaban en tu boca.
Si vivimos no para ser mejores
sino para ser quienes somos.
No somos héroes, salvadores
sino seres bizarros, descompuestos,
tarados,
que no hacen más
de lo que saben hacer...

Vivir apasionado. ¿Viviste?
Así vale la pena.

Te huelo, te respiro, te sueño,
te dibujo en palabras que trazan nuestros ratos
y mi color particular.

Te sueño, siento me hablas,
y soy como una niña que sabe,
que no entiende nada.

Que te extraño, no hay Duda,
me faltas.

Ya sé que estás, aunque no estés.
Me duele tu silencio,
el silencio forzado,
la culpa, tu temor,
tu ¿cuán? poco llorar,
tu suspirar eterno,
me duele la no oportunidad
de decidir tu muerte,
su forma, su sabor.
Me duele no hacer más de lo que hice.
Pero esta soy.

Adorarte me enseña
que no hay mañana.
Suerte.
¿cómo te honro ahora?
¿cómo te hago saber?
¿cómo te digo lo que me hace falta?
¿comunico, en qué nivel?

Quiero verte, hablarte, una vez más.
¿cómo mando besos intergalácticos?
¿cómo, a dónde los envío?

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