I. Letargo del ausente
El viento corría como fantasma gimiendo, igual que si fuera un enfermo. Repentinos sonidos llegaban de lo lejos, del fondo de los muebles y los aposentos.
Las cosas crujían con su olor a viejo, olor a cabello chamuscado.
Dolor repentino. Ataque de tos, en aumento.
La necesidad de volverse loco y gritar, llorarlo todo en vueltas, en dolorosos golpes.
Su corazón palpitante, mandíbula apretada.
-El silencio me aparta de la tristeza que siento. Deseo...de llorar, de estar Vivo-
-Espera. Vente conmigo-
-Mi espera: demolida por la expectativa.-
Suerte de ser palabras que no hacen ruido.
-Me duele el tiempo en los hombros.
Hay tanto que no he dicho que estoy ronco.
El profundo mar me arrastra, me revuelca, me envenena, me calla la boca-
II Deseo de presente (sueño en el letargo)
-Te quiero ahí donde ninguno está.
Donde la sombra es calma,
donde la tierra sabe a calor y a leche, donde el viento despeina mis complejos desnudándome.
En el tapanco me exilio para pensar en ti.
Encima de un árbol me recuesto.
La tierra me calienta y sé que respira el mar cuando enamoras. Van y vienen tus aguas si es que besas. Te mojas de rocío enfebrecido.
Nadamos juntos en el mar de tu sexo, a las dos, a las diez, a las 5:50.
Se hace agua el amor. Llega el verano, cambia de color su ardor candente: se apena en rosa, quiere en lila, cela en naranja, de blanco amanece.
La canícula de agosto no es tan seca, finalmente.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario