19 julio, 2009

Asumo pues...

Que pienso en ti
cierto es.

Más por hábito
que por anhelo;
que salta curiosidad
y emerge coquetería.

Es que el que poco tiene
pues poco puede perder,
y acá entre nos
eso pasa.

De tus besos a tu voz
voy a tu voz que conversa.
De tus pasos a tus cantos,
me gusta más la enseñanza.
...
No es justo pedir sin dar,
pero tampoco hallo el chiste
a una causa individual.

Más de Fulana

Analizaba su propia geografía, como quien detecta el tiempo o define la estrategia militar, como quien dibuja un mapa o esgrime el bisturí.

No había historia que no la involucrara pues escribir era contarse a sí misma las causas de los conflictos.

Se escuchaba como aquel que oye un cuento: sin deber ser, sin juicios ni mandatos…

¡Había tantas cosas que decirse! Y es que Fulana tenía mucho que aprender:

-¿Cómo ser una cabeza con mucho corazón?-
-¿Como saber qué es lo importante de la creación?- (la suya propia.)

No tenía idea de dónde comenzar, y a decir verdad, tampoco le gustaba tener ideas. Prefería pensarse como un monito que se mueve en un papel decorado por crayolas.

04 mayo, 2009

La vieja

La vieja había sido siempre muy sensible, y si algo podía vulnerar a Ella, era su vieja.
Había entrado en la edad en que uno disimula lo que siente frente a sus padres, todo con tal de no preocuparlos. Como si los viejos pudieran no preocuparse.

-Es la ley de la vida: ellos nos cuidan y luego nos dan lata- decía.

En realidad quería mucho a la vieja y aunque no le gustaba aceptarlo, casi siempre terminaba dándole la razón.

Le gustaba que la vieja viniera a verla porque platicaban mucho, aunque a veces detenía lo interesante de las conversaciones para evitar que su madre se deprimiera. Era fácil alegrarla, sólo había que decir –cuéntame lo de ayer- y eso daba pie a que hablara varias horas y sacara con palabras lo que le había hecho daño.

Disfrutaba a su mamá, las dos se consentían con un compartido sentido del deber. Era el único deber que no pesaba. Tal vez así se perdonaban ser tan profesionales en sus asuntos y dejarse plantadas en los cumpleaños.

Declaración

No era la primera vez que se daba esa discusión.
Y cansada como estaba de escucharlo, respondió en tono burlón:

-Perdóneme señor que no me conecto con Usted,
que soy un ser independiente con sus propios ánimos y sus propios vuelos…
Soy materia del viento y dejo que me lleve.
Me siento libre.

Él, pensó:
-Libre hace la voluntad.
El viento sólo te lleva, y cuál hoja inanimada
vas.


Pero no importó, porque Ella ya había hecho su manifiesto.

03 mayo, 2009

Fulanita

Este es el diario de Fulana. Porque Fulana tiene un diario. -Los diarios sirven para decirse cosas importantes, olvidarlas y volver a ellos cuando se necesita.-
El cuaderno se lo regalò Mengana. -¿La mengana tiene un diario?- La conoce tan poco que se lo pregunta...
La fulana puede dudar pero rara vez se equivoca, eso la vuelve un poco presumida pues llega a creer que su intuiciòn es infalible.
Fulana escribe porque no tiene privacidad, de modo que no puede gritar a los cuatro vientos lo que le gustarìa decir. Es bastante celosa de su persona y de su espacio, y a veces hasta de lo que no es suyo...
Mengana dice que no tiene què hacer, y si tiene lo evade puesto que no le interesa. "No quiero" "Yo lo hago" y "Ya lo sè" son sus frases favoritas.
En realidad si la Fulana se entretiene en estas cosas es porque no tiene muchos amigos y acà entre nos, lo que le gusta es inventar historias para decirse quièn es, pues se pinta como otra.
Casi nadie la entiende, apenas uno, dos o tres.
Una vez se enamorò del Uno. -¡Hìjole, el Uno..!- Fue hace mucho ya, pero todavìa siente una especie de cruda.
-Quièn fue el Uno?- se pregunta. A veces ni lo sabe. -Lo que pasa es que el Uno cambiò-quiere creer. -Es lo malo de andar cuando uno no està suficientemente maduro, no màs les salen pelos y ya se creen peludos.-
A la Fulana le parece que el Uno quiso cambiar de àrbol, que negò su especie anterior. Y puede que sì, si hasta a ella le pasò...
La Fulana habìa cambiado tanto tanto y sin darse cuenta, que se habìa convertido en una mujer a medias tintas y a medias medias.
-¿Yo dije eso?- pregunta cuando alguien le recuerda lo anterior.
No es que no lo sepa, es que prefiere no saber. Lo malo es que -No saber es no soltar, pero entonces el salto te asalta por sorpresa y ¡Zàs!-
Dice zàs porque a veces la Fulana se pone vulnerable, quien sabe por què razones y cuando le pasa se pone a jugar con los sonidos de las palabras y curiosea frente al espejo de sus temores.